La naturaleza empieza en casa

 

La naturaleza empieza en casa

Por: Evelyn Blackwell*


Si alguna vez has guardado silencio para escuchar atentamente al canto de un pájaro, o has quedado quieto para que puedas ver un mamífero escondido en el bosque, o has disfrutado del aroma de una flor, ya conoces la alegría de tener una conexión con la naturaleza. Pero: ¿Dónde están las fronteras de la naturaleza?

Solemos pensar en la naturaleza como algo siempre lejos de nosotros, algo para vislumbrar, explorar y proteger; pero fuera de las ciudades y pueblos, más allá de nuestro día a día.

Un pensamiento así, nos parece una cosa minúscula, sin importancia, pero en realidad puede significar la vida o la muerte para algunos animales. La forma en que entendemos el mundo construye la cultura y nuestros hábitos a través de esa cultura. Sí que tiene importancia cuando empezamos a alimentar a los animales salvajes mientras hacemos pasar hambre a las mascotas.

Las fronteras son construidas en las mentes de los humanos. No tienen base en la realidad. La naturaleza no reconoce nuestras fronteras.

El copetón que silba en el marco de la ventana, la polilla que aletea por la luz en la noche y el perrito meneando su cola mil veces por hora con tanta emoción por haberte visto, también hacen parte de la naturaleza. Hay que protegerlos y luchar por sus vidas también. No podemos dejar que las mascotas en nuestras comunidades enfrenten crueldad, dolor y maltrato.

Entonces, ¿cómo cambiamos estos pensamientos que dividen la naturaleza en dos partes, para que nos importen tanto las vidas de los pumas como las de los perros?

Empezamos con el ejemplo, con la educación, con la comunidad, y con la gobernanza.

Les mostramos -a los que aún no les queda claro- la alegría, amistad y seguridad que trae un perro saludable y feliz. También, les mostramos que no hay que tener un perro. Si no te importan los perros, o si no tienes los recursos para alimentarlos, no hay que tener un perro -una alarma de seguridad también te alerta cuando entre un ladrón.

Enseñamos a los niños a respetar la naturaleza, en todos sus aspectos. Que los animales sienten el daño que les causamos y que merecen una vida sin dolor tanto como nosotros.

Nada cambia el comportamiento de los humanos con tanta rapidez como la presión de la comunidad. Los humanos somos sociables. Nos importa que la gente nos apruebe. Si como comunidad hablamos del orgullo de vivir en un pueblo con los animales bien cuidados o la pena de ver crueldad contra las mascotas, la comunidad va cambiando poco a poco.

También necesitamos el apoyo de los líderes de la comunidad, que ellos traigan a la luz el problema del maltrato de los animales y que tomen medidas para enfrentarlo.

Solo como comunidad podemos ganar en la lucha contra el maltrato de los animales, pero, primero hay que entender que la naturaleza no queda lejos de nosotros. La naturaleza empieza en casa y hay que protegerla.


*Evelyn Blackwell
Pasante, Fundación Montecito
Universidad de Leeds, Reino Unido

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