Lago de Tota ¿La ciencia, para qué?
Panorámica, Lago de Tota © Fundación Montecito |
No obstante, queremos también señalar algo. En cada ocasión, algo sí pedimos: que los resultados de esos esfuerzos académicos o profesionales, a través de informes, reportes o tesis, se nos compartan, para que podamos enseguida darles visibilidad pública y, mejor aún, que dichos resultados sean luego compartidos por los investigadores con la comunidad, como un retorno mínimo esperable, un alimento cognitivo elemental, que pueda nutrir al territorio y procurar mejoramiento en su conciencia y prácticas. En lo cual, todos los investigadores han asentido con hacerlo, al finalizar sus trabajos. Pero en esto, la proporción ha sido muy baja. Solo uno de cada veinte (1:20), realmente lo han cumplido -los demás, no regresan ni volvemos a saber de ellos. Y es una pena porque, tanto esfuerzo y recursos puestos para elevar conocimiento, quedan en pequeña proporción al alcance de la comunidad y, su mayoría se termina quedando tan solo en anaqueles u hojas de vida, perdiéndose así una gran oportunidad de poner en valor el saber, en las regiones donde esa ciencia se ejercita. ¿El conocimiento, para qué? ¿El saber, para qué?
Seguiremos apoyando, lo hemos seguido haciendo y esto no cambia. Sin embargo, no obsta para dejar un llamado a la reflexión, a todos aquellos dedicados a la ciencia y la investigación, a los estudiantes, profesionales y a todas las instituciones académicas, a que revisen con más rigor el sentido de sus resultados académicos, científicos o profesionales. ¿Son sólo para un requisito universitario? ¿Pretenden engrosar estadísticas de quién hace qué o en qué cantidad? ¿Buscan justificar alguna labor y darla por 'chuleada'?... O acaso, debe encontrarse una alternativa verdaderamente útil y práctica para los territorios, a dichos resultados.
La ciencia es útil, no cabe duda. Y aquella que retorna con responsabilidad socio-ambiental a los territorios, se utiliza siempre, tampoco se cuestiona (o al menos, siempre que logre comunicar y conectar con recomendaciones prácticas para la gente y autoridades). Sin embargo, tan solo a partir de nuestra experiencia con lo descrito, podemos intuir que, LA MAYORÍA de ese esfuerzo académico-científico-profesional, puede estarse desperdiciando, por su carencia de retorno práctico a las comunidades donde se investiga.
Si con esta reflexión logramos aumentar el índice de retorno en alguna medida, ya habrá valido la pena.
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