Voto a favor por designación sitio Ramsar al complejo de humedales de Bogotá

Voto a favor por designación sitio Ramsar al complejo de humedales de Bogotá

Se haya hablado de esto antes, o no, dejo registrado mi voto a favor por la designación como sitio Ramsar al complejo de humedales de Bogotá. Tienen vasos comunicantes que los interconectan, dentro del mismo cuerpo lacustre de sabana, y poseen características de valor claramente identificables como de importancia internacional.

Collage adaptado a partir de fotografías en búsqueda web
respecto al marco histórico de los humedales y Bogotá.
Aunque conozco apenas someramente sus detalles, en esa la ciudad que me adoptó por un tiempo algunos años atrás, basta y sobra desde la distancia apreciarlos con un mínimo de sensibilidad para comprender que: (i) Son un relicto cultural y ecológico único y valioso de la vida ancestral anfibia en la sabana[1]; (ii) a pesar de su poca área residual (si reconocemos que la sabana entera fue un lago[2]) cumplen su función ecológica, no obstante tan limitada; (iii) representan una porción territorial tan valiosa[3] al tiempo que tan amenazada y escasa, a juzgar por el área de humedal que corresponde por habitante (cerca de 0.5 m2/hab); (iv) son evidentes las tensiones que el urbanismo y la expansión urbana le imponen, y que al verlos tan escasos y casi eliminados pues pasa fácil por la mente de algunos gobernantes y urbanizadores darles la estocada final; (v) los humedales son cuerpos vivos de nuestro planeta con los cuales la humanidad entera está conectada y de ellos depende; y (vi) esos y otros análisis llevados al detalle darían la conclusión incuestionable de que cumplen con facilidad más de uno de los criterios establecidos por la Convención Ramsar de Humedales para que adquieran el derecho de ser elevados a tal distinción[4].

Y estoy convencido que, aunque lamentable el modo-choque para abordar actualmente la discusión sobre el “qué hacer” con ellos (y que es un modo comprensible cuando con ellos se amenaza su futuro), el conflicto representa una oportunidad de oro –de oro en concepción muisca, sudor del sol para respetar la palabra– para gobierno capitalino, país y sociedad en general, de ponerlos en el pedestal de valoración cultural/ambiental que merecen, teniendo a la Convención Ramsar y su artillería de resoluciones en pro de la sostenibilidad, como árbitro supra-nacional de excepción para discutir, comprender y definir el camino que más conviene a ellos (los humedales), y al desarrollo de la sociedad.

Entendiendo que éste desarrollo solo podrá considerarse como correcto y enmarcado en los ODS globales si basamos las decisiones en (justamente lo que busca Ramsar) el uso racional, la sostenibilidad, y el mantenimiento de las características y servicios ecológicos que prestan estos ecosistemas. De lo contrario, será también desarrollo, pero anteponiendo el “sub” para dejarlo en su real contexto, prefijo que lamentablemente ha acompañado la gestión ambiental histórica de la sabana, salvo en décadas recientes de fortalecimiento del movimiento ambiental.

Y aterrizando la discusión a lo más actual[3], desprevenidamente alguien puede preguntarse ¿y por qué no hacer senderos y ciclo-rutas en su contorno –respetando ronda ecológica–, no es acaso una manera de conectarlos y acercarlos a la gente para apreciarlos y valorarlos?... claro, y muchos humedales urbanos bien protegidos en el mundo pueden ofrecer guías y ejemplos para hacerlo bien, solo que en Bogotá hay desconfianza respecto de las verdaderas intenciones expansionistas que subyacen a ese objetivo, y que a futuro amenazarían romper sus características.

Y así, la designación como sitio Ramsar al complejo de humedales de Bogotá es también una manera de ofrecer confianza para las partes, al poner en medio criterios de amplia aceptación internacional para la adopción de decisiones locales de la mayor conveniencia general, por supuesto sin afectar el patrimonio natural en debate porque afectarlo o exponerlo a daño haría de cualquier decisión una obviamente insostenible.

Pensemos por fuera de la caja. Con criterio y respeto en el debate es posible resolver los conflictos, y encontrar salidas apropiadas que dejen contentos a los interesados, eso sí: Incluyendo la voz del humedal.

Felipe Andrés Velasco
Director, Fundación Montecito


[2] Referencia: La Sabana de Bogotá y su lago en el Pleniglacial Medio, por: Thomas Van Der Hammen. Enlace web: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cal/article/view/35043.
[3] Ver contenido artículo e ilustración gráfica en prensa: El Espectador 30.10.2017 - https://www.elespectador.com/noticias/bogota/ciclorrutas-y-senderos-en-los-humedales-de-bogota-articulo-720470.

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